Efectos del Éxtasis
Efectos del Éxtasis: Recuerdo esa noche como si fuera ayer, aunque, irónicamente, la mayoría de los detalles se sienten difusos y distorsionados en mi mente. Era una noche de verano, calurosa, el tipo de noche que hace que todo parezca un poco más brillante y vivo. Mis amigos y yo habíamos estado hablando durante semanas sobre una fiesta que se iba a celebrar en un club muy famoso de la ciudad. Era el tipo de evento donde sabías que la música sería vibrante, las luces deslumbrantes, y el ambiente, electrizante. Todo el mundo parecía emocionado por la posibilidad de una experiencia única, y parte de esa expectativa giraba en torno al uso de MDMA, o éxtasis.
Debo admitir que al principio no estaba del todo convencido. Había leído lo suficiente sobre las drogas para saber que no son inofensivas. Había escuchado historias de personas que habían tenido experiencias increíbles, pero también de aquellas que terminaron muy mal. No obstante, la curiosidad y el deseo de vivir algo diferente me ganaron. No quería ser el único que se quedara fuera de la experiencia mientras todos los demás vivían algo «trascendental». Quería formar parte de esa conexión, de esa comunión que, según decían, el éxtasis facilitaba. Así que esa noche decidí unirme a mis amigos y probarlo.
Antes de tomarlo, mis amigos me explicaron los efectos que probablemente sentiría. El MDMA es conocido por aumentar la empatía, la sensación de cercanía emocional y la euforia. Me dijeron que sentiría un calor interno, una oleada de felicidad y que cada estímulo sensorial —la música, las luces, el tacto— se intensificaría. Sin embargo, también me advirtieron de algunos efectos secundarios posibles: la boca seca, la sudoración excesiva, el aumento del ritmo cardíaco, y después de que pasaran las horas de euforia, podría sentirme agotado, emocionalmente vacío o deprimido.
Con todo esto en mente, finalmente decidí hacerlo. Nos encontramos en la entrada del club, un lugar oscuro y lleno de luces parpadeantes y música electrónica que resonaba en el suelo. El ambiente era frenético y la energía en el aire era palpable. Mi amigo sacó el éxtasis en cristal, era unas «bombetas» donde una dosis de MDMA en cristal estaba envuelto en papel de fumar. Lo hice sin pensar demasiado: tomé la «bombeta», la tragué con un sorbo de agua y esperé.
Es muy recomendado conseguir éxtasis puro para tener una experiencia mas segura, click aquí
Al principio, no pasó nada. Estaba impaciente, mirando a mis amigos, preguntándome si sentiría algo diferente. Me dijeron que me relajara, que el efecto tardaría en llegar. Y tenían razón. Aproximadamente treinta minutos después, sentí un cambio sutil eran los efectos del extasis. Era como si una ola suave de calor comenzara a envolver mi cuerpo, desde el centro de mi pecho hasta las extremidades. No era una sensación abrumadora, sino más bien agradable, como si mi cuerpo se estuviera calentando desde adentro. Poco a poco, el calor se fue transformando en una euforia suave y creciente.
La música, que ya me había parecido intensa, ahora resonaba en lo profundo de mi ser. Cada golpe del bajo reverberaba en mi pecho, y las luces láser que cruzaban el club parecían tener una vida propia. Mis sentidos estaban hiperactivos. Podía sentir el aire moviéndose en la pista de baile, casi como si estuviera nadando en una atmósfera líquida. Los colores eran más vibrantes, los sonidos más agudos, las texturas más intensas.
Pero lo más interesante fue la conexión emocional. Comencé a sentir una cercanía inexplicable con las personas que me rodeaban, no solo con mis amigos, sino con completos desconocidos. Era como si en ese momento, todas las barreras que normalmente existen entre las personas —el juicio, el temor, la vergüenza— se hubieran disuelto. Sentía una profunda empatía hacia todos, una necesidad casi incontrolable de tocar, abrazar y expresar afecto. Recuerdo haber hablado con un completo desconocido, y mientras me contaba detalles triviales de su vida, me sentí completamente absorbido por su historia, como si realmente entendiera cada palabra que decía a un nivel emocional profundo. Todo parecía estar cargado de significado.
El tiempo comenzó a perder sentido. No podía decir cuánto había pasado desde que llegamos al club. Lo único que importaba era el momento presente: la música, la energía, las emociones. Era como si hubiera entrado en una burbuja de felicidad y conexión, y no quería que terminara.
Pero, por supuesto, lo hizo.
Después de unas dos horas, comencé a sentir que los Efectos del Éxtasis se desvanecían. El éxtasis que había sentido se fue disipando gradualmente, y con él, toda la euforia.
Carla